Llegaste en unos de los momentos más tristes de nuestra vida, la muerte de nuestra madre.
El yayo te eligió a ti, para que le acompañases, y ha sido la mejor compañía que ha tenido, le has dado alegría y ganas de seguir viviendo. Aunque el ya no te conocía últimamente por su enfermedad, a nosotros nos has dado tanto sin pedir nada a cambio.
Eres la mejor cura y contigo hemos aprendido el amor verdadero y la lealtad constante. Por todo eso y más eres y siempre serás nuestra chiquitina.